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sábado, 29 de enero de 2011

Nuances (matices)

importanciaHay cosas buenas y no tan buenas en esto del crecer, madurar y, llegado su momento, empezar a envejecer. Una de ellas, ambigua a mi entender y comprender, es que uno empieza a ser cada vez más imparcial, justo y honesto aunque nuestro comportamiento y expresiones (verbales y físicas) digan lo contrario. Algo como “no se puede engañar a nuestra propia almohada”. Y estoy en esa etapa. Y no me gusta lo que encuentro en realidad.

Hay muchos “pude” en mi vida. Tener talento, bondades, cualidades y ventajas intelectuales no implica un cambio de rumbo en nuestra vida. Es necesaria la motivación, el engranaje que nos haga avanzar, retroceder o en todo caso simplemente movernos. Nunca tuve una motivación en toda mi vida. No hubo jamás ese “algo diferente” que echara a andar la maquinaria de mis talentos, bondades, cualidades y ventajas intelectuales. Siguen ahí, reposando y esperando. ¿Debo hacer algo?. Obviamente si, pero ¿que?.

No soy el mejor hijo para mi madre, ni el mejor compañero para mis amadas niñas; no soy el mejor amigo para los que me ven como tal y no soy el mejor hombre ni modelo a considerar. ¿Que soy?. Bordeando los 50 temo que el tiempo no alcance para comprender la respuesta si la encuentro alguna vez.

miércoles, 19 de enero de 2011

Cuando no hay nada más al fondo

Esto es, cuando uno toca fondo. Muchos hemos tratado de salir de ahí por nuestra cuenta y pocos son los que lo han logrado. Y lo irónico del caso es que todo se resume en una simple palabra que alberga muchas más palabras y significados que el implícito: disciplina. El simple hecho de levantarse y tender la cama o estirarla para que se ventile y en época de verano para que le de el sol y le de ese olorcito especial, hasta las prácticas más espartanas que rozan con las disciplinas tibetanas y otras similares del lejano y cercano oriente.

Y el truco, más que secreto, es que al menos una de las cosas que hagamos por disciplina sea de nuestro agrado. Y tener siempre presente que no todo se logra de la noche a la mañana. Esto no es como el obtener placer sexual por uno mismo que en cuestión de minutos se consuma y luego viene el relajamiento agradable. No. Esto toma tiempo. Y uno bien podría decir “hey, ¿y que de la paciencia?”. Por eso dije al inicio: la disciplina involucra muchas más definiciones y términos que el propio y obvio. La paciencia es uno de ellos. Repetir las cosas una y otra y otra y otra vez y no lograr percibir los resultados anhelados es frustrante y es el peor enemigo de la disciplina. Es el cáncer que debemos vencer. No muchos sobreviven al cáncer. Y no es tan sólo el cáncer lo que los mata sino los tratamientos que fuerzan al cuerpo, ya de por si debilitado, a llegar a extremos inhumanos. Una vez, la primera vez y en un comercial, vi Dr. House y no me gustó su frase “se vive con dignidad, no se muere con dignidad”. No me gustó. Me pareció inhumano y francamente estúpido. Luego estuve viendo la serie por otros motivos pero al final comprendí al personaje. ¿Morir con dignidad?. Eso implica que has aceptado que la muerte es el único camino abierto en tu horizonte. Aceptarlo con dignidad es una cosa, pero morir con dignidad es otra. Eso déjenselos a los guerreros y a los soldados.

Yo voy a morir. Eso es un hecho. La gracia es que no sea tan pronto. Pero no sólo depende de mi ni de los tratamientos ni de la disciplina. Les guste o no, depende de lo que comúnmente llamamos “suerte” y que en realidad es más bien “el destino”. Y no hablo de un destino en el sentido de que nuestra vida ya estaba trazada y definida desde la salida del útero materno. No. Me refiero por destino a aquella circunstancia para la cual nos preparamos inconscientemente toda nuestra vida y cuando llega esta en nosotros tomar la decisión: si o no. Ese es nuestro destino. Todos tenemos un destino y este implica dos cosas: un evento y una decisión. Nosotros tomaremos nuestra decisión. Correcta o incorrecta, eso dependerá de como nos hayamos preparado para ello. Algunos están conscientes de esto a temprana edad y por ende se van preparando, cultivando. Otros se cultivan y preparan instintivamente sin tener ni la más remota idea de lo que es el destino o lo que el destino les depara. Y hay algunos infelices que ni siquiera se preocupan por ello, viven el momento y al final, cuando se enfrentan a su destino, es para ellos una circunstancia más.

Voy a morir. No estoy preparado para ello, no lo he asimilado aún. No quiero asimilarlo, no me da la gana pues. ¿Por que debo asimilarlo?. ¿Por que carajo debo aceptar que mis sueños, mis fantasías, mis anhelos y demás mierda filosófica dicha para levantar el ánimo por los llamados life coach (francamente no los comprendo y casi ni respeto, y lo digo sin ánimo de ofenderlos) simplemente porque algunas células dentro de mi cuerpo dijeron “hasta aquí no más”?. Disciplina. Por eso es importante la disciplina. Hoy desperté con ganas de disciplinarme y me encontré como cuando uno se ganó un premio en que puedes comprar todo lo que gustes del almacén más grande y surtido del mundo y sin cronómetros pero con cierto límite de tiempo (no es vitalicio). Y simplemente uno piensa ¿y por donde empiezo?. Es como el chiste del jeque árabe que tiene un vasto harem cuando dice “se lo que debo hacer pero no se por dónde empezar”.

El secreto por el que cobran cientos de miles de miles los terapistas es tan simple que ofende el mencionarlo: simplemente empieza. Haz algo. Lo que te provoque. Si esta muy lejos de tu alcance entonces sabrás que equivocaste el rumbo y tomarás otro. Pero empieza. La vida empieza con un deseo, sigue con un llanto al nacer y termina con un suspiro al morir. Todo tiene un inicio y simplemente hay que iniciarlo. No tenemos un final, no es como el dicho “todo tiene un inicio y un final”. Yo no creo en esas patrañas pese a que suelo decir “nada es para siempre, ni la felicidad ni la tristeza; ni la riqueza ni la pobreza; ni el éxito ni el fracaso”. Podrán objetarlo o cuestionarlo, no me importa: es mi creencia, y eso, bien o mal, es lo único que me interesa, porque ¿saben?, el alimento vital para la disciplina es la consistencia. Si empezaste algo termínalo, pues si no puedes terminarlo entonces no estas preparado para la disciplina.

Pero si al empezar algo reconoces que es mucho para ti, no sólo has empezado con el pie derecho tu camino por la disciplina sino que eres de los pocos bendecidos (no se si yo seré uno de ellos, veremos más adelante) que una vez que empiezan no se detienen.

Hoy desperté con ganas de disciplinarme. Empezaré por lo básico, por lo obvio. Empezaré a buscar cual de las cosas que se que debo estar haciendo puedo hacer en realidad. No se si será tarde o no para mi. Tal vez este es mi destino.