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sábado, 4 de diciembre de 2010

Mal de muchos consuelo de tontos o Alegría de muchos envidia de todos

Aceptémoslo: si vemos al vecino, al amigo, al hermano, al cuñado o a un extraño en la televisión teniendo su cuota de felicidad real, no ficticia, nos entra unas ganas de mandarlo bajo tierra siempre y cuando o no estemos satisfechos con nuestra vida o realmente nuestra vida no es lo que hubiéramos deseado de niños o adolescentes siendo ahora adultos.

La-falsedadMucha gente, y no sólo en Perú presumo, aprovechan las fiestas que vienen para, literalmente, votar la casa por la ventana, teniendo en cuenta de que por “casa” hablamos de la mente y vida de uno y por ventana nos referimos a una salida “temporal”. Si, con la fiesta, los regalos, los sufridos pavos, el clásico panetón (al menos aquí en Perú) buscamos maquillar un casi fin de año de forma tal que las fotos o vídeos de ese día sean lo suficientemente adecuados como para presentarlos en sociedad y dar la impresión de que “caray, que buen año tuvimos”. Si, claro, así de fácil son las cosas y por eso la felicidad abunda en nuestro mundo.

Y ni que decir de la fiesta de fin de año, todo un evento. Si buscamos un motivo para simplemente relajarnos casi irresponsablemente, este es el momento. Empiezas un año y lo terminas al año siguiente. No hay restricciones. Todo puede pasar. Las resacas no son un freno y ni un aviso de lo que no deberíamos estar haciendo, sino un simple precio módico que bien podemos sacar adelante. La tarjeta de crédito de nuestra salud es bien servida y utilizada (claro, por parte del banco si me dejo entender) y no nos importa las cuotas o intereses a cubrir, la cosa es divertirse. Y si bueno fuera que la diversión estuviera aislada, cosa imposible cuando se trata de fin de año, y sin querer agriar la fiesta a los que bien ganado se tienen el evento, como dije en el título de este post, “alegría de muchos envidia de todos”. Reitero: exentos están los que bien ganado o no llegan a tener la vida que siempre desearon o al menos estar satisfechos con su vida.

¿Y que es estar satisfecho con la vida?. Muchos dirán, desde sus púlpitos de madurez y años vividos “que es la consumación de los logros a través de sacrificios y sabias decisiones”. Si claro, y seguro Maradona no metió el segundo gol a Inglaterra con la mano. No jodan. El más común y silvestre de los homos sapiens evolucionados y alienados dirá que se mide por los bienes y logros: casa, auto, familia, hijos, hipotecas, trabajo, título, cuenta bancaria, viajes, amante y si es posible estar exento de sobrepeso, canas y arrugas. Díganme que no es así. No, en serio. Díganme que no es, palabras menos, letras más, el concepto que la gran, pero gran mayoría de personas tiene sobre lo que es tener una vida que le haga sentir a uno satisfecho.

sonrisaAh claro, pero bien dirán, luego de pensar lo primero, que lo que importa es lo de adentro no lo de afuera. Es como ese misterio, al menos para mi, que se da cuando veo por la calle a una mujer sumamente atractiva, una modelo, un “mujerón” como decimos aquí en Perú, de pareja de un tipo que francamente no ha sido nada agraciado y ni de asomo calificaría como modelo de ropa interior masculina para gorditos de la marca más olvidada, es decir, “la bella y la recontra bestia”. Y sin embargo ella esta en verdad muy enamorada de él. Y no es por el billete, eso esta claro (salvo que sea de ese tipo de millonarios excéntricos). O la gran frase “el tamaño no importa”. Ja, si claro, como no. Como sea, se bien que meditándolo dirán que la satisfacción de la vida de uno esta en cosas como el sentirse bien con uno mismo, el no reprocharse muchas cosas, el más que simplemente aguantarse….  el ser una buena persona en resumen. ¿Cuántos somos realmente buenas personas?. Veamos, todos envidiamos, odiamos, deseamos el mal a alguien, mentimos, robamos (en cualquier modalidad), somos indiferentes, somos cínicos y sobre todo somos falsos (más que nada en las iglesias, si lo sabré yo).

Y ya que toqué este último punto una anécdota. Hace 2 semanas mientras esperaba a que el padre Víctor me atendiera, había una señora X dentro de un salón con varias personas hablando de Dios y todo eso, predicando y haciendo vida de parroquia. Una amiga entró y le dijo que Y quería hablar con ella y X salió diciéndole a su amiga mientras iba a ver a Y “que jodida es Y, ¿ahora que querrá esa?”. Y cuando X encontró a Y dijo “Y de mi vida, corazón, ¿cómo estas tesoro?”. Luego que X e Y hablaron y se despidieron, al pasar por mi lado X le decía a su amiga “¿viste que jodida y pendeja es Y?, solo sabe joderme la vida”.

La cuestión es que para discernir si somos o no buenas personas necesitamos solamente una cosa: transparencia. No honestidad, no fortaleza, no sinceridad, sino simple transparencia. Con ella podremos ver todo y nada escapara a nuestro escrudiño. Tal vez no nos guste lo que veamos, tal vez algo nos guste.  ¿Lo han intentado alguna vez?. Muchos declinan y prefieren especular con el resultado. Flaqueamos y tratamos de torcer la realidad y terminar siendo “buenas personas” a toda costa. Yo no se si seré buena persona, pero me gusta creer que lo soy. No me atrevo a ver mi interior aún. Tengo miedo. Sólo se que, como en los últimos años, las fiestas me hacen recordar que, al menos de momento, la alegría no la cultivo, la tengo guardada. Vamos, ¿hay naftalina para guardar la alegría y que no se oxide o lo que sea?.

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