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domingo, 23 de junio de 2013

Catarsis de invierno

El 21 pasado empezó el invierno para los que, como yo, vivimos en el hemisferio sur de este mundo en el que nos tocó nacer. Me introspeccióngusta el invierno más que el verano en términos generales. Cada estación tiene su gracia y su desgracia, eso lo tengo bien claro.

Pero esta semana la situación ha sido muy matizada, complicada, conflictiva y sensitiva como para evitar no hablar de ella. Si me lee alguien, si al menos una sola persona lee esto, mi espíritu se reconfortará. Veamos como va el asunto

Esta semana volví a bañar a mi mami y fue una hermosísima experiencia. El tener su cuerpecito en mis manos, acariciar su piel y sentir su beneplácito simplemente no tiene precio. Esa misma experiencia debió haberla vivido conmigo cuando ella era la que por entonces me bañaba siendo yo un crío apenas. Es increíble como la mente de la persona se adapta a situaciones de este tipo. Como los prejuicios, vergüenzas y temores desaparecen cuando uno sabe perfectamente bien que lo que uno hace no es porque “tenga que” ni mucho menos “deba de” sino simplemente porque “es lo que se tiene que hacer”. No hay obligación, imposición ni nada que se le parezca en esto: una madre nos dio la vida, cargó con nosotros no sólo 9 meses sino todos los años de vida que uno llegue a tener, y al final del camino los papeles se invierten y es uno el que esta por delante y protege.

madre e hijoHace poco leí un pensamiento que comparto con ustedes en la imagen original que pueden ver a la izquierda. Me emocionó mucho. Si, estoy seguro que soy un buen hijo y tal vez una buena persona. Y si, estoy convencido que estoy viviendo la vida que me corresponde aunque no es para nada la vida que deseaba tener cumplido ya los 50 años. Y si, es la vida que amo tener porque no cambiaría absolutamente nada de lo vivido, ni los errores cometidos ni las fallas cometidas. Si volviera a vivir haría exactamente lo mismo, no cambiaría nada. ¿Por que? Bueno simplemente porque si cambiase algo correría el riesgo de, al final, ser siquiera un poco diferente a la persona que soy en la actualidad. Y a mi me gusta como soy, me gusta la clase de persona que soy, me gusta mi complejidad, ingenuidad y carencia. Amo ser como soy.

Y esta semana conocí por primera vez a alguien que conocí inicialmente en las redes sociales, más puntualmente en el todopoderoso Facebook. Y salimos y no resultó nada mal pero tampoco resulto muy bien. Digamos que no me llamó la atención. Y eso me deprimió porque vi que aún a mis 50 y meses, sigo repitiendo el mismo pecado de subestimar mi imaginación y convertirla en una productora de anhelos sin sentido. Y la razón es la soledad. Yo no nací para estar solo pero justamente por eso es que me toca estar solo. El señor (el único, el de arriba) siempre va a darte lo que necesitas y cuando lo necesitas. De eso no tengo la menor duda. La cuestión es que o bien uno no sabe que hacer con lo que nos da el señor, o bien uno no se entera que nos acaba de dar algo o bien simplemente somos tan testarudos y egoístas que si vemos que no nos dan lo que pedimos, simplemente no nos importa lo que nos estén dando.

No siempre lo que uno desea es lo que uno necesita. Esto también lo tengo bien claro desde hace años.

traiciónY la nota negra fue el cómo perdí a mi único hermano. Mi padre no fue un buen padre: fue menos que un mediocre padre. Pero fue un buen hombre pese a todo. Correcto en su proceder pero inmaduro en su comportamiento. Irresponsable, ambicioso, despiadado… y desagradecido. Y mi hermano, su primer hijo natural, heredó todo eso de el. Yo tuve la fortuna de que con la mezcla de sangre de la familia de mi madre pude capear algo la herencia paterna. De los Díaz heredé el talento artístico y sensibilidad, lo que a la larga me permitió convertirme en un muy buen pianista aunque no haya logrado tener una carrera artística profesional. Soy flojo, soy impaciente, y sigo siéndolo aunque aprendí a controlar y sacarle provecho a esos defectos.

Pasamos por una situación económica muy difícil y el tratamiento de mi mami tiene un costo social que la sociedad muchas veces esta al margen de su conocimiento. Dice el verso “caras vemos, corazones no sabemos”. Uno sonríe porque es una forma de enfrentar a la adversidad ya que si mostramos la tristeza lo que estaremos haciendo es meter más leña a la hoguera. Y eso no tiene sentido. Lo que ha de quemarse, pues que se queme. No trates de evitar lo inevitable y tampoco trates de acelerar lo inevitable pensando que así el dolor o angustia durará menos. Eso no es así.

Todos los problemas en este mundo, absolutamente todos, tienen solución. Lo que pasa es que no siempre la solución es de nuestro agrado. ¿Y la muerte tiene solución? Empezando que la muerte no es un problema, asumiremos que uno se refiere “al temor a morir” o “el temor de ver morir a alguien cercano”. Ese problema ¿tiene solución? Pues claro y es muy simple: aceptarla. La muerte hay que aceptarla. Punto.

Y dentro de todo esto mi “hermano”, el que más tiene en la familia, cuando se le pidió ayuda económica para poder solventar el contratar una enfermera por algunos meses, los suficientes como para yo poder enamorar a mi cliente y conseguir el puesto de trabajo anhelado y luego así yo poder solventar una enfermera permanente para que vea a mi mami mientras yo sigo con mis labores de casa (cocinar sus alimentos, lavar su ropa, bañarla, etc.), cuando se expuso todo esto, sólo obtuve “un sencillo dado con displicencia”. Dijo “sólo puedo darte 300”. Y lo dio 2 meses, y luego, los últimos  3 nada. Y se le pidió que “bueno ¿vas a seguir aportando lo tuyo o no?” dijo que lo haría el lunes pasado. Nada hasta ahora.

Y así perdí un hermano. Medio hermano técnicamente hablando. Y duele el haber perdido a alguien de tu familia. Pero más duele la ingratitud. Mi padre al irse de la casa cometió la villanía, y cobarde actitud de paso sea dicho, de decirle a mi madre (en ese entonces vivíamos los 3 más mi medio hermano y un primo, hijo de uno de los hermanos de mi padre) “o te quedas con los tres o me llevo a los tres”. No tengo que decir que hizo mi madre. Y crío a 3 varones, y sacó adelante a 3 hombres y aguantó mucho multiplicado por 3. Uno de ellos respondió con lo que puede y con cariño y constancia: mi primo. El otro hace lo que tiene que hacer por naturaleza: yo. Y el otro simplemente hizo acto de presencia y dio la espalda.

Pero igual como pasó con mi padre antes que falleciera, saldó cuentas consigo mismo. Y es que nadie se va de este mundo sin saldar cuentas. Y si la deuda es amplia, pues costará mucho el saldarla. Y mi “hermano” saldará la suya como yo saldaré la mía en su momento. De todas formas, ya perdí un hermano.

pareja-de-la-manoY cuando la cosa se puso color de hormiga (no se por que el dicho es así) apareció una luz. Y es que el señor te tira y cierra puertas, pero es para que prestes atención a tu entorno y veas que no sólo por las puertas uno puede avanzar: también puedes hacerlo por las ventanas. Es más complicado, difícil e incómodo, pero te aseguro, te da más satisfacción.

La mujer que conocí en Enero de este año y que me gustó y me gusta mucho, la que traté en vano de salir con ella para enamorarla y seducirla (en todo sentido), pues resulta que me mandó un SMS informándome que ahora vive en su propio departamento a unas 30 cuadras de mi casa, a un tiro de piedra como se diría. ¿Esperanza a la vista o simplemente más de lo mismo pero más cercano? No lo sé. Sólo se que ahora puedo volver a revivir un sueño, un anhelo, una fantasía, y eso a mi edad, es casi un privilegio, un regalo.

Y para poner la cereza en el pastel de mi vida. Hoy descubrí, y por eso me agrada la persona en que me he convertido aún con tantas metidas de pata, que la amistad es y será el inicio de caminos nuevos aunque uno no vaya siempre acompañado. Podrá haber distancia entre las personas pero jamás podrá haber distancia entre los sentimientos cuando son amigos.

Fin de la catarsis. Gracias por leerme.