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domingo, 27 de febrero de 2011

Las muestras del amor que confunden más que aliviar

¿Cuántas veces en nuestras vida, vamos, cuántas veces en la semana nos hemos preguntado muy seriamente si Dios nos ama, si nos ve, si vela por nosotros o si le importamos (o cualquier variación semántica de la idea expuesta)?. Pueden negarlo pero todos pasamos por nuestro cuarto de hora de duda bajo alguna circunstancia. Porque eso de que “Dios esta preparando grandes cosas para ti”, caracho, jode por lo rutinario, continuo y simplón de la expresión, y dejamos de lado el verdadero significado de la misma. No teman, este no es un artículo de adoctrinamiento. Pero estas cosas pasa con las variantes “Señor, ¿por que…… ?”. Somos hijos y él es el padre, así que es normal una reacción filial de este tipo.

72036_depression22319kp9Sin embargo si algo hay que reconocerle, y no hago descubrimiento simbólico si quiera de esto, al señor es que tiene una imaginación que ni Spilberg podrá tener en el futuro. Sabe de donde tirar los hilos para que las cosas se den. Digo, ¿es esto libre albedrío?. Tema controversial pero entonces tendríamos que ponernos a pensar sobre el comportamiento de nosotros como padres que cuidamos a nuestros hijos aún cuando ellos ya pinten canas. Mi madre me sigue cuidando y aconsejando como si fuera un adolescente y ya voy por los 49. Padre es padre desde que tiene a su primer hijo hasta que termine su vida en este mundo.

¿No les ha pasado ser víctimas de su propia soberbia o arrogancia en temas tan banales y triviales que luego con el tiempo, al recordarlos, nos causa más gracia e hilaridad que depresión?. Seguro que si. Yo soy de los que pecan de ser muy detallista y observador. Puedo encontrar un hilo blanco en un vestido, pantalón, blusa, camisa, chompa, etc. aún si es de un color similar, en cuestión de segundos. Puedo encontrar una mancha, una falla que ni llega a los 5 respetables milímetros; soy capaz de distinguir la falta de simetría aún mirando de reojo. Y ayer sábado tuve de esos momentos que joden, amargan, cambian, y para rematarla, deprimen como pocas veces pasa.

Hace más o menos 8 meses descubrí en la pantalla de mi laptop un punto negro. Pensé que era una mancha en primera instancia. No, no lo era. Llamé al soporte técnico y me explicaron que por la falla de 1 pixel no aplicaban la garantía, que tenía que ser al menos 5 pixeles para arriba. Bueno, ni modo. El punto esta como a unos 5cm del borde izquierdo de la pantalla y a unos 10 de la base de la misma. Ya me acostumbré con el paso del tiempo. Ayer encontré una manchita en el borde derecho de la pantalla, justo donde se ubica la barra de scroll de los programas que tenía más apariencia de mancha (he estado espantando mosquitos de verano con una franela y a veces los hacía pulpa y dejaban una marcha obvia que luego la limpiaba con cuidado). Pero no era mancha: es también cuestión de pixeles, como que estuvieran “medio prendidos, medio apagados”. Ahí hay más de 5 pixeles pero la garantía ya ha caducado y no tengo dinero para mandar arreglar la pantalla ya que en realidad dudo que la arreglen sino más bien la cambiarían. Por lo demás, esta máquina es la única que he tenido que jamás me ha dado problemas de ningún tipo (Windows Vista Home Premium de 64bits, tal vez por esto último sea, lo ignoro en verdad).

Esta semana he limpiado el cuarto más complicado de la casa: el almacén. Es una habitación de 2 x 3 con 4 estantes ranurados y un montón de cosas que hace casi 10 años que no se limpia. Y lo pude hacer yo solito durante 3 mañanas (de 8 a.m. hasta las 12 p.m.) y los 3 días siguientes fue un reordenamiento de las cosas que he sacado para disponer de ellas (regalarlas, usarlas, guardarlas o botarlas). Disfruté de días de satisfacción pues no sólo quedo hecho un anís sino que, luego de que guardemos las cosas nuevamente, quedarán libre 2 estantes y permitirá guardar cosas que tenemos en nuestras habitaciones y sobre todo ahora esta más libre y se podrá limpiar mucho mejor. Y dio pie a una verdadera limpieza de la casa, totalmente. Y todo eso se fue al tacho al haber descubierto la mancha de miércoles.

El señor prueba mi madurez, fortaleza y carácter tocando la parte más vulnerable de mi carácter: la falta de humildad y la soberbia existente, poca o mucha, en mi personalidad. La pregunta del millón: si es claro que algo “grande” (y lo pongo entre comillas no por sarcasmo sino por un poco de ironía) se esta gestando ¿no cree que ya es tiempo de dar siquiera algo de pautas, pistas o indicios?. Estoy así casi toda mi vida. De que Dios me ama no lo dudo, pero aún no me he acostumbrado a su forma de amarme.

viernes, 11 de febrero de 2011

Silencios

Todo en mi vida se rige bajo unos hábitos que son, creo yo, más bien genéticos por lo arraigados, empiezo con entusiasmo, me mantengo con cautela y termino en silencio, aunque a veces hago abandono. Voy para el medio siglo de vida y hago balance. No me gusta lo que veo aunque en desmedro de una evaluación estricta y espero imparcial admito claramente que puedo estar omitiendo hechos o siendo simplemente injusto conmigo mismo. Muchos reconocen valores en mi que los reconozco pero no los valoro como tal. ¿Por que seré así?. Preguntas como estas adornan mi pensamiento diario, cobijan mi sueño y susurran a mi oído al despertarme.

quietud-1Muchos ven horizontes; otros que no alcanzan a ver un horizonte son como Pitágoras, que presintió la redondez de la tierra, vislumbran la existencia del horizonte; algunos simplemente prefieren creer en la existencia de un horizonte y finalmente los hay que no pueden encontrar la brújula del camino. Yo estoy, lamento admitirlo, más en el último grupo aunque tengo la filosofía del tercer grupo. Y es que hay situaciones, como la de agregar más de agua a la leche evaporada para que haga más de 1 litro y duré más, que hacen que uno medite sobre en que momento se tomó la o las decisiones erradas que llevaron a una situación no deseada. Y sin embargo no reniego de mi carácter y formación. Al final, y lo digo con ironía confesa, pesa más el buen hombre que el mal hombre. Admito errores y ofrezco sinceras disculpas sin pensarlo mucho pero tampoco como un acto reflejo. Deseo y anhelo venganza y revancha, daño y odio, pero sólo quedan en pensamientos que saltan como resortes al accionar una trampa antigua que ya no tiene potencia ni puntería. Recuerdo que puede, en más de una oportunidad, hacer daño y sin embargo no lo hice. De eso estoy orgulloso pero no del hecho de haber llegado a desear algo así a otra persona.

Los silencios no son tales como se cree, me parece, porque el silencio absoluto no existe ya que siempre hay un sonido persistente en nuestras mentes, en nuestras vidas. Ese sonido es el latir de nuestro corazón que nos dice simplemente “y bueno, ¿a donde vamos?”. Y es en esta pregunta tan simple como profunda en que muchos, incluyéndome por supuesto, encontramos sombras y nos perdemos porque más de una vez quisiéramos un poco de quietud y no pensar en ir a algún lugar. Pero los días pasan y cuando llegué la noche de hoy viernes tal vez haya terminado de ver mi estudio, tal vez haya venido el gasfitero, tal vez se haya solucionado el problema del baño, tal vez se haya definido que cocinaré para el fin de semana, tal vez alcance a ver una película que me interesa y tal vez terminé la noche con algo nuevo en mi experiencia.

Pero dentro de tantos tal veces, y no por pesimismo sino por prudencia los he dicho, hay algo que es muy probable más que un tal vez que se llegue a dar esta noche: en la soledad de mis pensamientos escucharé la pregunta ¿y ahora a donde vamos?. ¿A donde voy?. Crecer no es un proceso fácil ni tampoco un proceso que se detiene ni aminora su fuerza o complejidad. Cambia y se adapta a nosotros de acuerdo a nuestras acciones.  Es ahora tan difícil crecer como lo fue en mi adolescencia y en mi niñez. Por eso tengo periodos de silencio.