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jueves, 5 de marzo de 2015

No es coincidencia: es providencia

Bien, no es una declaración de santidad ni una confesión de esas que redimen causas y vidas. No. Esto que les voy a narrar no tiene importancia, son situaciones anexadas con eslabones débiles y que sólo buscan justificar lo más sencillo y normal en la vida humana en este planeta: simples, fortuitas y simpáticas coincidencias. Pretendo ver y entender un significado elaborado y místico en eventos que más valor y significado tienen en modo asilado que colectivo.

Al menos eso creo que pueden argumentar en mi contra o mi en mi favor, si hay buena y sana intención, luego de que les cuente lo que ha pasado en los últimos días.

Desde el 2009 utilizo un canguro, que es una bolsa de material sintético (los hay de cuero pero no son tan comunes) que se usan con una correa, en la cintura. Desde entonces jamás he salido sin el canguro. Me es práctico pues no me gusta llevar cosas en los bolsillos, salvo lo básico e imprescindible (pañuelo, documento de identidad y tarjetas, así como mi rosario). Con el paso de los años pasaron dos cosas: seguí perdiendo peso y con ello mis jeans empezaron a quedarme un poquito sueltos, así que el canguro empezó a funcionar como una segunda correa de seguridad; lo segundo, es que la hebilla del canguro ya no cerraba como al inicio. La solución fue cambiar de hebilla, pero temí que esta nueva hebilla no fuera tan resistente así que utilicé una correa de material sintético que vino con una hebilla corrediza, que era la que vino con el rack para el microondas, para evitar que se moviera. De esta forma logré asegurar la hebilla haciendo prácticamente imposible que se abra sin quitar la protección.

Pero esta corre es más larga que mi correa normal, así que guardaba el resto en el canguro. Todo iba bien, funcionaba para mi y estaba contento.

Con el paso de los años empezó a notarse el desgaste del canguro, pero, imagino que a más de uno le habrá pasado lo mismo, uno coge cariño a ciertas cosas y se muestra reacio a dejarlas de lado.

manalone-silhouetteParalelamente, en la parroquia de mi comunidad, empecé a “escalar” posiciones dentro de la comunidad. Empecé hace como 4 años, estando sentado siempre al final del templo, aislándome, sin ganas de cantar ni de dar la paz. Cuando el sacerdote terminaba con la liturgia de la palabra y estaba por empezar con la liturgia de la eucaristía, momento en que por 3ra vez nos invita  a tomar asiento, aprovechaba para irme a la otra nave de la iglesia, no importándome el estar de pie, para abandonar la banca que compartía con otras personas, y así evitarme dar el saludo de paz. Ahora, no sólo estoy participando en el grupo de liturgia, sino que soy lector, me gusta y me fascina leer, también ayudar en la misa, ver y preocuparme por todo lo que se relaciona con el tempo: ahora estoy integrado a la comunidad y no paso desapercibido en mayor o menor grado.

Ayer 4 de Marzo fue el día de mi compromiso con la UNER. No fue un momento tan emotivo como cuando me confirmé, peor si me quebré un pequeño instante y me vinieron lágrimas, y no de emoción por cierto.  El 2 estuve en el centro de Lima, por el barrio chino (la calle Capón) haciendo compras de rutina, de las que hago cada 6 meses, y, claro, aproveché para buscar un nuevo canguro. Lo había considerado en diciembre pasado, a raíz de la Navidad, encontré uno bonito por mi zona, pero desistí comprarlo, no me pareció bien gastar en mi cuando urgente no era de momento.

Sin embargo, hace 2 semanas, cuando me tocaba leer durante la misa de 7:00 p.m. de un sábado (el día del cumpleaños de mi mami) me hicieron la observación de que sería mejor quitarme el canguro antes de subir a leer. Eso no podía hacerlo porque, con la cinta de licra (eso creo que es) que le puse para asegurarla y de paso usarla como 2da. correa, iba a ser toda una ceremonia quitármelo. Normal, pasó el momento, me sentí algo incómodo, pero fue cuando en la siguiente semana, una persona de la comunidad a quién aprecio y quiero mucho me hizo la misma observación, quedé sinceramente molesto e incómodo. Dejé de leer 2 días y estaba dispuesto a no leer el siguiente sábado en que había sido programado por estar en el grupo de liturgia. Estaba considerando opciones y una de ellas era comprar un nuevo canguro el lunes que iría al centro de Lima. Sin embargo, luego de consultarle a otras 2 personas que quiero y respeto, si bien es cierto la primera me dijo que no se me veía bien (tal vez por lo viejito y cochinoncito que estaba, aunque es de esos diseños que aún cochinoncitos se ven bien ;-) ), fue la segunda opinión la que me hizo recapacitar pues no sólo fue parecida a la primera, sino la forma en que me lo dijo, “es que ahora te ven y hablan de ti, entonces es mejor y necesario dar ejemplo con el comportamiento y no tan sólo como lo vienes haciendo, debes ser más detallista”.

El lunes estuve buscando un canguro, y encontré, me dijeron que eran de cuero (no estoy seguro que sea verdad, no se reconocer el material, se que hay cuerina y cuero sintético, pero nada más), pero no me gustó el acabado de los cierres, y los de material sintético no me atraían. Se veían todos muy parecidos, buscaba uno “distinto”, de esos que no son fáciles encontrar. Al final no compré ninguno. De regreso a mi casa, pasé por una avenida céntrica y vi que también ahí vendían y me puse a pensar que más adelante podría venir a curiosear, pues quedaba más cerca de mi casa. Pero luego, y aquí viene lo importante para mi (sorry toda la introducción, pero creo que era mejor dar contexto a la historia), decidí simplemente lavarlo y seguir con el mismo, parchado y todo eso, y dejar de usarlo los días que leo en la iglesia y me lo pondría luego, al salir del templo.

Ayer, luego del compromiso de la UNER y de estar 1 hora compartiendo con mi “nueva familia”, ya en casa, mi madre me preguntó por “la señora Isabel” que fue la 2da. persona a quién solicité opinión, y le dije que no había ido porque, y le hice recordar, su esposo esta convaleciente y no puede dejar la tienda sola. Y ahí me di cuenta de que de todos había recibido y dado el saludo, pero no de ella. Así que me cambié rápido para ir a verla, no por recibir un saludo y halagos, sino por verla ya que ella me ayudó no pocas veces y me muestra aprecio, tema del que luego comentaré. Y bien, así fue, palabras vienen, confesiones van (de mi parte) y al final, ella me obsequió un canguro pequeño pero bonito. Justo cuando sinceramente había decidido no gastar en uno y darle una 4ta o 5ta vida al que tenía lavándolo.

Y es que ayer ha sido el día en que he recibido tantas muestras de aprecio, cariño y amistad, como jamás las he recibido en mi vida entera, en mis ya casi 53 años de vida. Y como corolario, hace minutos nada más, mi tía ya había salido a su comedor, y mi madre me pregunta si había comprado pescado. Yo había salido 2 veces al mercado por otros temas y me había olvidado. Jamás la he dejado sola tanto tiempo, como 20 minutos, y tuve que hacerlo. Y no había el pescado de siempre, perico, pero si había uno que casi 1 año no come: toyo de leche. Esto es, sin lugar a dudas, gesto del señor debido a que ve en mi algo bueno que estoy haciendo, aunque yo ignoro aún que puede ser. Eso es todo.

martes, 3 de marzo de 2015

Convivencia vs Tolerancia

Acaba de retirarse el ministro de comunión de turno, de los que vienen todos los viernes a darle la comunión a mi madre. Uno espera que sean personas comprometidas con su accionar, con su carisma, en fin, con “él” y lo son. De ello no hay duda alguna. Pero igual, no dejan de ser seres humanos que cargan sobre sus hombros las debilidades, taras y defectos propios de nuestra especie. Considerando que somos la especie dominante en este mundo, es interesante ver como seguimos evolucionando más en ciertos aspectos seguimos “graciosamente estancados”.

La espiritualidad en la persona es básica y no se puede ignorar y mucho menos desechar como hacen los agnósticos y ateos. Es inherente al intelecto humano, aunque como en el caso de Stephen Hawking cuyo intelecto esta más que aceptado como superior, pareciera que ha dejado las creencias espirituales en pos de la creencia científica.

Lo cierto es que todos necesitamos y tenemos un lado afectivo, y en la intimidad, en silencio, aún sin reconocerlo, experimentamos instantes “místicos” que el intelecto humano podría catalogar, como supongo lo haría un sicólogo o un psiquiatra, como comportamientos normales aún dentro de distorsiones conceptuales de comportamiento (bueno, la idea es esa).

Hoy día es una muestra de lo que trato de compartir. Por un lado esta el hecho de que otra vez, como un hábito mal adquirido (los cuales son los más difíciles de erradicar) se esta buscando alimentar la ilusión de que la selección peruana de fútbol logre asistir a un campeonato mundial, el de Rusia 2018 y lograr, al menos, igualar la 3ra. ubicación conseguida en la Copa América bajo la guía de Sergio Markarián, que llegó a nuestras vidas por intermedio del club Universitario de Deportes y se ganó el respeto con Sporting Cristal y su segundo lugar en la Copa Libertadores el año 1997, y que se despidió con abucheos y arengas nada simpáticas.

Y para ello ahora el que se esta metiendo en la situación parece ser Ricardo Gareca. Pobre, sobre todo si no logra una buena performance. ¿Pero a quién trato de adular o engañar? No lo vamos a lograr y veremos el mundial otra vez por TV y sin poder animar a nuestra selección. Así somos. No entendemos aún.

El mercado. Lo que me gusta más es la mixtura de colores y olores, entre frutas y verduras la cosa queda y les sale muy sabrosa. Aún el puesto de pescados, aroma delicioso. El de carnes y aves no tanto, mucha sangre, inevitable por cierto. Reencarnar, para los que creen en ello, en pollo es una crueldad, como lo es si fuera uno pavo con el tema de la navidad y el año nuevo que jamás celebrarán.

Por otro lado esta la parroquia. Una pequeña familia extendida que tiene sus bemoles como toda familia. Son bien intencionados, pero el chisme debe ser el pecado “entre venial y mortal” que más aceptación tiene entre las debilidades humanas. Y lo hacen, por lo general, de buena fe, sin malicia. O si la hay, bien discretos son. No se quién dijo que el ser humano es un animal de costumbre. Hice una búsqueda rápida en Internet y nada, no encontré nada sobre la autoría de esa frase, pero si encontré un par interesantes:

MAFALDA (de Quino): "Dicen que el hombre es un animal de costumbres, más bien de costumbre el hombre es un animal"

Hubbleton, Alexander: "El hombre es un animal racional, pero no un animal razonable."

Mafalda es para mi lo que Micky Mouse es para Disney y las personas más o menos de mi generación. Y es que entre animes, mangas y nuevos personajes icónicos en el mundo de la animación (Shrek, Wall-E, Nemo, Ice Age, Toy Story, etc.), los clásicos pasaron a ser simple referencias históricas que, en muchos casos, ni bien documentadas se muestran por el desconocimiento y apego a ellas. A veces, el sobrevivir como emblema no quiere decir que se logre obtener un grado de “culto” y al revés igual, el ser objeto de culto no implica necesariamente llegar a estar en los anales de la historia de manera significativa o referencial. Los gustos son sumamente volátiles y si no se logra evolucionar a la par de los mismos (de los gustos), la idea, objeto o persona simplemente disfrutará de sus 15 minutos de gloria y nada más.

Uno piensa que en una parroquia, cristiana católica, se respira un ambiente de cordialidad y comprensión, además de una mística inherente. Y en gran parte es verdad, pero principalmente es una familia, una adquirida voluntariamente en gran medida, y como toda familia, tiene sus bemoles. ¿Será esta una “prueba” para desarrollar la tolerancia, comprensión, generosidad, respeto y convivencia? Capaz, vaya uno a saber, pues en una oficina las cosas no son tan sutiles ¿no?

Vasta de divagar, suficiente por hoy. Les dejo una pregunta ¿Eres una persona espiritual?