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viernes, 19 de noviembre de 2010

Las desilusiones nuestras de cada día

Si hay algo que es sumamente jodido aceptar es ser uno mismo el que se de cuenta del ridículo que uno ha hecho…… con sus sueños. Soñar no cuesta nada, eso dicen. Vaya mentira. Claro que cuesta cuando no se hace bien o no se maneja bien la situación soñistica. Cuesta orgullo y algo de dignidad. Claro, en silencio, nadie se entera, pero uno no se salva del acontecimiento. Les cuento.

En mi parroquia hay una secretaria bien simpaticona, en sus 30 diría yo, y bueno, le tiré ojo, pestaña y ceja como dice el dicho. Y bueno, sueños van, sueños vienen, pasé por el cortejo, el soñarromance, la intimidad (obvio pues), la pedida de mano, el matrimonio, etc. Soñar es rico en serio. Y no crean que vivía mis sueños, sabía lo que eran, se lo que son, y no les doy más importancia de lo que le puedo dar como ejercicio mental y emocional. Y claro, en el fondo uno se pregunta si se podría llevar a cabo, si se podría realizar. Un poco como el juego semántico de “que haría si me ganara la lotería”. Algo así.

Hoy al llegar a la parroquia para hablar con el padre Víctor la vi. La semana pasada no estaba porque estaba de vacaciones. Creo que se cortó el cabello pero igual me sigue pareciendo una mujer muy atractiva. Ya, no es una belleza de pasarela ni abundante en generosas proporciones de índole erótico pero es una mujer atractiva en verdad. Uno aprende a ver la verdadera belleza con los años y los que no terminan como viejos verdes (ustedes saben). Bueno, la miré, y pensaba “un poco más seriamente” como abordarla sin resultar muy evidente. De pronto ella salió con 2 celulares a la puerta de la parroquia, a la calle misma, buscando a alguien. Primero con un celular, regresó a su oficina y salió con 2 celulares. Regresó a su oficina. Y de pronto, apareció un caballero con 2 niños, una parejita, y la vi conversar con los niños de manera familiar. Bingo: es casada. De pronto “ya no me pareció tan atractiva”. Me reí con ganas de mi mismo mientras pensaba la ironía de haber sido objeto de un sarcasmo divino en casa del mismo Diosito. Claro, es un pensar, no un sentir.

Le siguen llamando “señorita” y por un instante pensé: ¿y si no es su esposo sino su hermano?. Resultado: más risas contenidas por mi ingenuidad. Como diría un buen sacerdote, “el señor se vale de caminos misteriosos para hacernos llegar su mensaje”. Para mi que arriba están en una reunión para celebrar la quemada de mi sueño. ¿Y saben?, yo me estoy riendo ahora mismo de muy buena gana. Es bueno soñar, en verdad que si.

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