Las medidas del éxito y las mentiras del conformismo

Si nos tomamos una hora de nuestra vida, de un día cualquiera (que no sea feriado) y en un horario de trabajo normal (preferentemente por la tarde a eso de las 4pm) y caminamos por una zona comercial en nuestra ciudad, veremos que la publicidad que se nos muestra, en diversas formas, nos indica que si no somos delgados, bien formados, sanos, atractivos, vestidos a la moda, con gusto para el consumo de ropa, alimentarnos tanto sanamente como con hermosa comida chatarra, apreciar los ruidos que la música de hoy en día ofrecen y demás complementos promocionados, pues simplemente nuestra vida será miserable, sin gusto, opaca, vida de perdedores, miserable (reitero el término para indicar que seriamos muy miserables) y todo lo contrario a una vida feliz y normal. Ya sé que no estoy diciendo nada nuevo al respecto pero me preguntaba ¿será que los terapistas estarán contentos de que esto sea así  para poder tener siempre un flujo constante de personas que buscan ser programados para no atender a este tipo de consideraciones y así tener una vida exitosa y buena?. Digo, ¿eso cambia la realidad de que mientras practicamos los consejos y estrategias terapéuticas vemos la cruda realidad de que en efecto gran parte de la gente exitosa y feliz tiene el aspecto y “las decoraciones” que la publicidad indica?.

Dejando de lado este magro ensaño chovinista y amargado de la realidad desde mi punto de vista, el hecho es que todos, ABSOLUTAMENTE TODOS, medimos nuestro éxito mediante comparaciones y metas según nuestro discernimiento. Un ejemplo de ello son las reuniones de promociones. Vaya que son caldo de cultivo. Preparamos historias y buscamos proyectar lo que no somos para no pasar por ser menos. Y los que son algo y algo más que algo, pues se esfuerzan por que el resto se de cuenta de ello.

Claro que en todo hay excepciones y esa es una de las pocas leyes universales aplicables tanto para nuestro humilde planta como para todas las razas alienígenas que nos han visitado y no han planteado intercambios de libre comercio. Para todo hay excepciones. Los buenos terapistas dirán que lo importante es estar bien con uno mismo, que no importa lo que los demás digan, bla bla bla. Un buen sacerdote dirá que lo importante es tu relación con Dios y obrar siempre dentro de los preceptos del bien y dejar los preceptos del mal de lado.

¿Alguien puede hacer eso?. Yo no. ¿Tú puedes?. Yo hace poco escribí al inicio de un post, el anterior a este, “No me gusta mi vida. Pero me gusta mi personalidad. No me agrada mi entorno. Pero me agrada el horizonte que percibo.” (Balance de una vida no deseada) pero en realidad considero que en el balance tengo más cualidades que defectos. Soy un buen hombre, de eso estoy seguro. Lo cual me hace pensar que el camino para hombres buenos no siempre es tranquilo y llano. Y otra vez volvemos sobre lo mismo: ¿mito o realidad?¿condicionamiento subliminal o simplemente autoestima por debajo del nivel del suelo?. Cómo sea, de algo estoy completamente seguro: de repetir mi vida, de “rebobinar” o “re-instalar” todo de nuevo, volvería a hacer lo mismo sin dudarlo, incluyendo los errores más estúpidos. ¿Por que?. Simple, porque al final llegaría a ser la clase de persona que soy: no soy exitoso, no soy influyente, pero soy una buena persona (soltero por la maldad y el mal gusto de las mujeres). Es en serio, no cambiaría nada.