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miércoles, 3 de noviembre de 2010

Mi suplemento energético preferido… por ahora

Y podrá resultar raro bajo este título hablar de animes. Pero si así fuera ¿que importancia real puede tener?. Una de las ventajas, si se sabe aprovechar, de estar desempleado y misio es que uno puede dedicarse al ocio en dos formas: la estúpida y la inteligente. Y de estúpido no tengo nada. Ok, me tiro flores al quedarme con el otro adjetivo. Pero es la verdad. Uno puede cultivarse y con esto no quiero decir que uno se la pasa entre libros, museos e influencias de contenido. No para nada. Hablo del más puro alimento ilegal (por la forma de obtenerlo) en el formato de archivos de vídeo (AVI o MP4) y con el contenido denominado y reconocido como animes.

540401Mujer-meditando-sobre-la-playa-PostersYo pensé que los japoneses serían un poco más americanos al momento de comercializar sus productos. Craso error. El país de la katana tiene las cosas bien planificadas. Me viene a la memoria una película de animación japonesa llamada Vexille en que Japón se aísla del mundo porque ellos deseaban dar el siguiente paso en cuánto a cibernética y creación de vida artificial. El resultado fue el genocidio de casi toda la raza japonesa. Bueno, ustedes vean la película y comenten. Y es que son así. Dueños de su perspectiva única. Mafalda, la hermosa y genial creación de Quino, dijo en una oportunidad, mientras se estiraba los ojos al más puro estilo japonés, que con razón los chinos (en ese contexto) quieren cambiar al mundo con lo mal que lo ven ellos por tener los ojos rasgados.

Y es que los animes son mucho más que guerreros, robots, alienígenas, monstruos, super poderes, magia, inframundo y demás canarios. Es mucho más que eso.

Ahora estoy viendo Clannad y no tiene nada de sobrenatural ni ficción posible (a no ser una que otra escena de pelea pero es retórica animada nada más). Y como ocurrió antes con otras producciones (Planetes por ejemplo) empezó flojo pero al poco, no más de 2 capítulos, coge el interés, captura la atención y atrae el gusto.

Ayuda mucho cultivarse internamente. No es darle gusto al niño que hay en mi. Para nada. Es darle tiempo al adulto que hay en mi para tomarse el descanso y ver como afrontar el cuarto de hora siguiente y mientras tanto delego la responsabilidad a quién me conoce mejor: mi niño interior.

Valdría la pena hacer cosas que no son propias, adecuadas y esperadas en un adulto (para los que como yo ya somos hace algún tiempo adultos) y darse tiempo para aquellas niñerías que podremos censurar en público y disfrutar en privado. Hay algo mórbido en todo ello pero no se que puede ser.

Si, vale la pena. Y si no lo creen, pues ni modo, todavía no estarán preparados para tomarlo en cuenta.

1 comentario:

  1. Anda hazme un favor y pasame todas tus url's para que te enlace en "la perla"que me llevas loco, jajaja. Envialas a mi correo.

    Un abrazo.

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