La morbosidad de un secreto a voces

Siempre he encontrado FASCINANTE observar a las mujeres y travestis que comercializan con su cuerpo, esto es, que se prostituyen en la vía pública. ¿Por que?. Lo ignoro. Ok, dejando de lado el elemento mórbido inherente, la lascivia normal (soy una persona normal pese a todo y pese a quién le pese), encuentro algo de romántico y fascinante ese mundo “sub urbano” y oculto, cual secreto a voces. Y no hablo de la vejación o de la sexualidad casi predispuestas en todo el ambiente. No. En ese medio hay personas verdaderamente VALIOSAS…… personas hermosas que por buenas, malas o desafortunadas circunstancias están donde están, casi siempre por voluntad propia pero no por convicción propia. ¿Por que buenas circunstancias?. Porque yo soy de la especie humana que cree firmemente que en todo acto negativo hay mucho de positivo que no sólo nutre la experiencia sino que nos permite, si somos fuertes de carácter, el enfrentarnos con nuestro némesis oculto en las tinieblas de nuestra arrogancia, soberbia y miedo. Si sobrevivimos a este careo, entonces aún en los actos más lacrables (¿existirá esta palabra?) hay valores que valen mucho la pena tomar y considerar.

En parte es porque estas personas son hijos de la noche, sobrinos de la obscuridad y primos lejanos de las luces claras y directas. La penumbra es su cobija diría un escritor de mediano valor. La noche tiene la magia, para mi, del silencio cubierto del murmullo del respirar, y a veces jadeo, de las personas en sus hogares y atendiendo lo suyo. Me gusta trabajar más de noche que de día. Produzco más y produzco mejor (¿esta bien expresado?).

Algunos personajes son francamente psicodelicos, mientras que otros son descaradamente explicitos (sobre todo en los travestis) mostrando las juanas (entiendase senos, bustos, pechos, o como le quieran decir) sin mayor reparo ni pudor (no pongan esa cara, estas personas tienen pudor) supongo yo que porque como no nacieron como mujeres no tienen una “consideración pudorosa” por esos atributos… o de plano porque lo ven como objetos (y lo son) valorados en cierta cantidad de billetes.

Y sin embargo hay travestis que si son sumamente femeninos, de buen gusto en la arquitectura de sus cuerpos y en la decoración de los mismos, con gestos y un sonido de voz muy delicado que estoy seguro que a más de un macho de machos le haría pensar por unos instantes cosas “truculentas”. ¿Y que hay de malo?. Pues nada, la sexualidad no son parámetros ni reglas escritas, sino consideraciones y estimulos que, si son bien utilizados procuran no sólo placer sino una experiencia reconfortante.  Y dentro de este grupo de damas hay personas sumamente sensibles que, luego de un poco de paciencia y tiempo, abren la puerta de su vida para que uno pueda tomar asiento en el sillón del loby sino de la sala y poder conocer un poco más la profundidad de sus sentimientos. ¿'O dudan que los tengan?. Siempre he pensado que censurar la prostitución es algo tan ridículo como justificar el hambre porque uno no debe robar. Veamos si eso es verdad cuando quién sufre de hambre es nuestra madre o nuestro hijo.

Ya, ya sé, no es el caso de ellos, pero el punto es que si existe aún la prostitución es porque aún existe demanda para la oferta. Eliminemos la demanda y con seguridad no habrá más prostitución. Pero ahora pues, ¿cómo controlar el libido de las personas si más de uno se deja llevar por las hormonas y glándulas en vez de por el cerebro?.¿Cuántas veces has sucumbido, paciente lector, al deseo sobre la razón?. Un buen polvo (como decimos aquí en Perú) tiene una fuerza enorme que bien puede poner a prueba la más ferrea y espartana fuerza de voluntad. Yo he cedido miles de veces. Y seguro lo seguiré haciendo.

Es agradable conversar con ellos. Es agradable verlos, cuando no están en exibición, como se juntan y comparten. No hay que escucharles, solo verles.  Curiosamente es igual en ambos géneros: damas de verdad y damas de mentira. ¿Será la condición femenina, la femeneidad presente en todo ser humano, lo que nos sensibiliza?. Yo no se, no soy psicologo.

Me gusta verlos. Contemplo mucho de mi carencia en su solidaridad y envidio sanamente su fuerza para seguir adelante pese a todo. Yo soy débil. Ellos no. Verles me recuerda que aún tengo una posibilidad de lograr la fortaleza que necesito para salir de mi cuarto (ojo, dije cuarto, no closet).  Tiempo es lo que no se si tendré. Pero ganas, creeme, eso si tengo.