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viernes, 4 de marzo de 2011

Aspiro a ser un hombre sin genitales

No, no es una declaración de un prospecto de travestí o transexual, ni tampoco mariconería sin sentido y peyorativa barata. Vamos, lean y espero que al final comprendan el porque del título de este post. Los hombres, más que las mujeres, andamos mesurando todo en todo aspecto de nuestra vida. Sino veamos algunos ejemplos. En los documentales de Megaconstrucciones suelen comparar las edificaciones con otras, por ejemplo “se ha utilizado tanto cable de acero como para dar la vuelta al mundo 20 veces”, “si colocamos todas las vigas utilizadas en esta construcción podríamos ir y venir 10 veces a la Luna”. Si, mesuramos todo. Como con el gobierno del chancho de Alan García (entiéndase chancho en sus dos acepciones: gordura y la otra), en que decía “con el sueldo mínimo se pueden comprar 20 bolsas con pan; 3 sacos de arroz; 3 pollos grandes, etc.”. Si, aquí en este mundo, al menos, los hombres mesuramos todo (supongo que las mujeres también pero como que lo tienen más en reserva y la única expresión que les escucho cuando hablan de “una amiga” que esta regia y bien proporcionada es “esta maldita como está”).

hombre sin genitalesBueno, mesuramos todo como en las posiciones: títulos, ingreso económico, cantidad de casas, propiedades, autos, hijos, amantes, viajes realizados, pasaportes usados, etc. Todo es cuestión de mesurar y mesurar. Y claro, en lo fisiológico no puede ni de vaina haber excepción: TODOS los bípedos que tienen los órganos reproductivos expuestos y que andan en dos patas y además manejan un iPod o una laptop o un celular de última generación, pues todos ellos mesuran lo fisiológico: la altura, la masa muscular y por supuesto, las dimensiones del apéndice al que más de uno (y una) le llaman “el amigo”: hablo del pene.

Y ya que tocamos el tema, tan obvio por cierto, muchos pensarán "ya se nos viene otro artículo misógino, fetichista y chovinista” (muy de palabras rebuscadas pero bien utilizadas). Pues no del todo, diría más bien no del nada. Es claro que por alguna extraña razón, tal vez antropológica, los hombres medimos “nuestro valor, virilidad y carácter” bajo parámetros que tienen que ver en todo aspecto con mesurar y comparar. Hay dichos sabios y mal usados, por lo mucho que se dicen, de que “el tamaño no importa”, “el valor del hombre se mide en función a sus logros”, “uno vale por lo que deja no por lo que tiene”, etc. Ciertos son, no lo negamos, pero mucho suenan a consuelo barato debido, como dije, a que mucho lo esbozan como argumento para refrendar las tendencias “mesuristicas” (si es que el término existe).

Pero lo chistoso del caso es que en realidad la gran mayoría de la población, tanto femenina como masculina, tienden a tomar en cuenta ello, por lo menos desde su adolescencia hasta ya entrada en la edad adulta, digamos hasta los 40 más o menos. El tamaño, la cantidad, la amplitud, la duración, todo ello si no es tomado como sinónimo al menos si es tomado como parte de la definición de felicidad y éxito. Porque no se puede concebir éxito sin felicidad y viceversa. ¿O si se puede?.¿Puede una persona ser feliz sin tener éxito en la vida?. ¿Puede uno tener éxito y no ser para nada feliz?. Sabemos que para ambas preguntas la respuesta es si.

mujer sin genitalesLa virilidad dejó de ser ya un aspecto fisiológico para transformarse en un aspecto del tipo “se un hombre”, o “los hombres no lloran”, frases que aún hoy en día, en plena época del iPod, twitter, Linux, y demás representaciones de la tecnología cotidiana, son utilizadas como un dogma, como un precepto que si o si se debe seguir al pie de la letra, y mucho más allá de ello. Ya dije en una oportunidad que mi vida apesta (Balance de una vida no deseada) pero en verdad no cambiaría nada de lo vivido aún cuando un pequeño cambio represente una mayor cuota de lo que no tengo en la actualidad (lo que sea, el tema es libre). Y no es masoquismo. Cuando uno llega a un punto en la vida en que se ve, instintivamente por supuesto, obligado a evaluar la existencia, nos damos cuenta de que no importa los logros, los méritos, los bienes, las metas conseguidas, los tamaños fisiológicos, los reconocimientos, ni nada, si al final, luego de todo, uno se da cuenta de que, si pudiéramos trasladar todo lo demás, lo que queda, a una persona imaginaria, nos resultaría difícil o hasta poco agradable, compartir el resto de nuestra vida con ella. Yo hice eso: trasladé lo que queda luego de lo obvio, a una imagen femenina de mi mismo (también probé con una imagen masculina) y en ambos casos fantasee, planifiqué y procuré soñar despierto sobre como sería una vida en compañía de esa persona. Y al inicio no me agrado mucho que digamos, en una escala del 1 al 10 donde 1 es “ni de vainas, prefiero estar muerto” y 10 “sólo Dios estará ante que tú en mi vida”, saque un flaco 4.

Pasaron los años, como 4 más o menos. Ahora la evaluación es de 8. Y no es porque “bueno, total, otra no me queda”. No para nada. Ni tampoco porque la mortandad este tocando la puerta de mi casa recordándome que el vuelo se acerca y que hay que partir pronto. No, no es nada de eso. Simplemente que me tomé mi tiempo para conocerme y luego para ver si podía respetarme. Y si, me costó aceptar limitaciones, aceptar taras y estúpidas posiciones pseudo moralistas, me costó un montón aceptar dependencias y carencias. Pero al final comprendí que luego del humo y demás, por muy apestoso que este el ambiente, había, para sorpresa mía, algo que pudiera respetar en mi persona.

Y para eso no necesito mesurar nada de nada, ni virilidad que valga ni machismo que se exprese. Por eso es el título de este post: aspiro a ser un hombre sin genitales, pues aspiro a ser una persona que no necesita mesurar sus actos para poder respetarse, y que tampoco este pendiente de que si los demás te aprueban o no. La única aprobación que importa es la de Dios, luego la de uno y luego la de tu familia (madre, esposa, hijos). El resto, no es necesario. Y aún dentro de estos 3 grupos, dando por sentado que Dios siempre te aprobará aunque te cierre la entrada al cielo (no todos entrarán, eso lo sabemos), siempre serás su hijo o hija, eso no lo cambia nada, y dado que uno por lo general sobrevive a parte de su familia y la que queda aún puede estar en proceso de crecimiento, sólo te queda la aprobación de uno mismo.

Y si, para eso no necesito mesurar nada.

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