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domingo, 3 de abril de 2011

Lo bueno de tener cáncer : reflexiones

  1. Averiguas de verdad quienes están contigo y quienes no.
  2. Descubres que muchas veces, aquellos que considerabas “silenciosos, tímidos y poco sociables” son ahora los que con pocas palabras y/o gestos te demuestran no su solidaridad, no su apoyo, no su sentir, ya que esto es fácil darlo en este tipo de situación, sino te muestran su humanidad.
  3. Descubres que muchísimas veces, aquellos que te conversaban a cada rato, coloquial y socialmente activos, llegado el momento, se borran del mapa.
  4. Descubre que aquellos con quienes conversabas más íntimamente y llegaste a considerarlos amigos suelen guardar silencio en estos momentos. Pero no es ese silencio de “no me importa, no me divierte hablar de ello, me alejo de todo lo que sea enfermedad”, sino es un silencio que dice claramente “no se que decirte pero sabes que siempre estaré contigo”. Eso se aprende a sentir cuando la persona en verdad, y cito a un amigo mío, “me he dado cuenta que caminamos paralelos”. Eso es de valor.
  5. Puedes filtrar a los que les entregaste la amistad y les consideraste tus mejores amigos. Las diferencias emocionales y conductuales no son motivo de alejamiento ni de dar la espalda. Uno no sabe cuando la vida te pondrá en disyuntiva y si hoy conoces a alguien que sufre de cáncer, mañana otros pueden conocerte bajo las mismas circunstancias.
  6. Aprendes a valorar el tiempo.
  7. Aprendes a disfrutar de tu pena y desgracia, pues en ella puedes ver más claramente el valor que hay en ti como persona.
  8. Las lágrimas de horas de llanto en silencio para que otros no se enteren logran limpiar tu vista para poder ver lo hermosa que es la vida aún en estas circunstancias.
  9. Si bien es cierto te preocupa tu legado, el no saber a quién dejar lo poco o mucho que tienes, aprendes de verdad a darle el verdadero valor y muchas veces descubres que lo que valorabas como 10 más bien tenía un valor de 100.
  10. Cuestionas a Dios, reniegas de él, criticas su poca falta de confianza y misericordia. Y esto te lleva a sacudirte la mierda que te rodea y al final te impedía ver claramente al señor, pues con tanto olor nauseabundo tu vista se nublaba y no podías ver lo que el en verdad hace por ti.
  11. Empiezas a saldar cuentas, pero no las económicas o sociales. Ese tipo de cuentas no tienen mucha importancia. Las cuentas que saldas son del tipo existencial. Y para saldar las cuentas existenciales sólo hay un camino: aceptarse y quererse a uno mismo. Ahora bien, el camino es horriblemente difícil y confuso. No hay seguridad de que logres llegar a la meta, pero si que aprendas más sobre tu persona y tu valor como tal (valor de valía, no de coraje).
  12. Finalmente, aprendes de verdad el significado de compartir: dar sin esperar a recibir, entregar en silencio y entre penumbra para ni vean la mano que da, entregarse a un desconocido como si fuera tu hijo o familia. Y jamás preocuparte si hiciste bien o no: simplemente comparte.

publicado por RMSD

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