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sábado, 13 de mayo de 2017

Anónimo XI

Luego de un buen tiempo simplemente perdí el control o me lo hicieron perder. Si alguna vez saben de alguien que este cuidando a su madre o padre, y en particular si es varón el que los cuida, sin ánimo de reventarme cohetes, véanlo con respeto y compasión, pues un varón tiene muchas limitaciones en cuanto a la intimidad sobre todo con su madre. Es difícil. Y si esta casado y con hijos, peor aún. Muy pocas mujeres van a aceptar, así como así, el que su esposo invierta gran parte de su tiempo y vitalidad cuidando a su madre, su suegra. En mi caso no tengo ese problema porque estoy divorciado, pero sufro del problema de estar solo en esta responsabilidad.

Yo creo que Dios jamás manda una cruz o una responsabilidad que uno no sea capaz de cargar o asumir, pero el problema es que uno no lo cree así. En mi caso, un sacerdote, en confesión, me dijo que si mi cruz era así de pesada, era porque el señor había visto algo en mi o quería enseñarme algo y por eso me mando una cruz bien pesada y que en vez de quejarme o lamentarme por ello, debería dar gracias por esa cruz. No niego que lo he pensado, pero aunque sigo aquí y con ella, mi madre, todavía me resulta, cuando menos, incómodo cargar esta cruz.

Extraño tener compañera, y no sólo por el tema de la intimidad y emociones, sino por el tema de simple compañía, compartir el día a día. Obviamente ella trabajaría y nos veríamos en la noche, pero igual, la idea es esa. Pero no, estoy libre y disponible por la maldad de las mujeres, al menos eso pienso. Claro, es broma, pero igual tal vez haya algo de verdad.

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